La pintura de Rodrigo Martín más que decir, impacta, como sinfonía de tonos precisos que mueven los hilos de la sensibilidad. No es descripción más o menos precisa de una cuestión, sino una
conjunción de pulsaciones que alcanza el subconsciente. Porque este pintor asturiano, en la exposición ‘Last gate’, abierta en la galería Octógono, busca desde un expresionismo abstracto superar
lo objetual, y dejar que cada cual encuentre una conversación consigo mismo.
Es un baile de colores aunque el artista no de puntada sin hilo. Dice la crítica de arte Semiramis González que ‘el color negro vuelve a ser protagonista en las obras del artista, combinándose
magistralmente con el rojo y el blanco y jugando con formas geométricas que se acercan a un perfil casual, no siendo, sin embargo, ningún trazo fortuito’; y agrega que ‘las piezas se abre a
lo sujetivo y profundizan en el ser de cada uno; grandes manchas verticales negras se contrastan con el fondo blanco y rojo que rompe la armonía establecida. Es esta exposición así: rompedora,
transgresora, capas de transmitir que el color es aún muy capaz de superar el espacio y, al tiempo, trasladar a lo pictórico sensaciones casi performánticas’.
Rodrigo Martín (Langreo, 1986) es un pintor joven que está demostrando que tiene un proyecto acorde con su tiempo y su temperamento. Se licenció en Bellas Artes en la Universidad del País Vasco,
cursando en 5º curso, con Beca Séneca-Sicue, en la Universidad de Barcelona. Y su tesina versó sobre ‘El Inconsciente Pictórico, origen e impulso en el proceso creativo de la Abstracción’. Y su
tesis de doctorado, que realiza en la Universidad Complutense, de Madrid, se basa en ‘La Pintura Abstracta: Estudio del Contexto Español’, cuestiones que, como se ve, están en su presente y en su
futuro previsible. Obra que busca lo esencial a través de una pintura de impacto, que puede contemplarse en la galería Octógono, de Mieres, hasta el 16 de febrero de 2013.
Publicado en INFOenPunto el 31 de enero de 2013